lunes, 21 de abril de 2014

Cuando fue mío un libro llamado cien años de soledad

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Francisco Torres
Secretario Relaciones Internacionales FECODE
Bogotá, abril 19 de 2014


En aquellos días Cien Años de Soledad ya zumbaba por el mundo como la cuerda de una inmensa guitarra tocada por los golpes del viento. Y esa música había entrado a mi casa para aposentarse en el multimueble donde se agolpaban los libros. Hasta esa fecha mis ojos habían tenido por pasto las lecciones de historia sagrada, los textos escolares de historia, Carrasquilla, Verne, Salgari y una enciclopedia comprada por tomos, que olía a libro nuevo de estampas, que es el mejor olor del mundo. Mi fiebre se había zampado cuanto papel poblaba la casa. Por eso alcé los ojos glotones al nuevo habitante que de pie, recostado a la enciclopedia, con su indiferencia me incitaba a lo desconocido.

Recuerdo que mis once o doce años lo tocaron sin abrirlo, pasaron sus dedos desde la carátula al lomo, lo olieron sintiendo el aroma de la tinta fresca. Cuando iba a empezar, como de costumbre lo hacía con cualquier libro, a correrlo como a un caballo árabe, llegaron mis padres. Traían unas talegas. Mi mamá no lo tocó, se dirigió a los dos, a Alfonso Torres, mi papá, que lo mismo jugaba conmigo como otro niño corriendo insensato tras la pelota, que me llevaba a hacer mercado para que hiciera cuentas mentalmente y me recompensaba con una caricia de su mano; y a mí, lector precoz, destructor de materas, adorador del futbol, para decir con la tranquilidad que siempre le ha dado la fuerza de su carácter que aún no era tiempo para que lo leyera. Alfonso Torres no dijo nada, pero bien sabía porque lo había comprado y traído a casa.

Pasaba y pasaba por la biblioteca, le tocaba el lomo, pensaba en que contendrían los cien años aquellos. Por aquellas calendas de comienzos de la década de los setenta, ¿a quién preguntarle? Sin internet, sin valor para llamar a consultas a un profesor o a un mayor de edad, sabía por las usuales vías en que se bifurca y enreda la comunicación que lo único prohibido es cierta actividad entre hombres y mujeres ¿Sería eso entonces? Porque el cantar de los machetes en los campos de batalla no ha sido nunca materia de vergüenza ni de vencedores ni de vencidos.

En la noche se pusieron a hablar. Acostados, el rumor de sus palabras llegaba hasta mí como si fueran olas, las repetidas olas de su bondad, de su inalterable preocupación por los hijos. En esa ocasión ninguna palabra sobresalió de la otra como si la diferencia del día no tuviera fuerza para suscitar alguna discusión. Fui al colegio, volví y en la sala continuaba esperándome el libro, recostado a la enciclopedia como un campesino borracho que nunca pierde del todo la compostura y que, no obstante, guiña el ojo pícaro ¿Cuáles serían sus historias?

Noche tras noche de las siete que pasó mi padre en casa, antes de volver al pueblo donde trabajaba, traté de distinguir las palabras cuando se acostaban. Y noche tras noche me llegaron en forma de suave romper del agua en la arena. Hubiera querido poder estar en su cama acostado entre ellos, como lo hacía antes, para preguntarles cuál sería al final la decisión sobre aquel que me esperaba en la sala.
En la séptima mañana, antes de salir para el colegio lo vi levantado –él, tan dormilón- para despedirse de nosotros. Habíamos desayunado. Con las maletas al hombre, sin orden ni concierto, porque con él no había ceremonias sino la fabulosa familiaridad del más genuino amor fuimos besados los tres. Un beso y un refuerzo a la mesada. Entonces me dijo sin ninguna admonición, sin las manidas prevenciones que secan los corazones, que ya era hora que leyera cosas serias y me volvió a besar. Salí a la calle del frío. La niebla barría mi camino.
Pasan tantas cosas, es tan apretado el tiempo en el colegio, que apenas a la hora de salir pude posesionarme del deseo. Allá estaba. Devoré con un trote carretero las calles con la maleta golpeándome el costado, subí las escaleras y lo arrebaté de la compañía del tomo de la A.


Mi mamá no agregó nada. Ya la había convencido el jugador de pelota en alguna de esas rumorosas conversaciones nocturnas, que había de darme alas. O quizás ella había decidido cambiar recordando como antaño leía en voz alta a sus ancianas tías, El Quijote, plagado de malas palabras y de anhelos de Rocinante por yogar con las señoras yeguas. Nunca lo pregunté. Tan sólo debí comparecer a la mesa a almorzar y luego, arre, a lo tuyo. No sé cuántas veces leí sobre los pescaditos de oro, las piedras como huevos prehistóricos, las innumerables guerras civiles, la sangre corriendo sabia por las calles de Macondo. Y, naturalmente, de los placeres carnales de los Buendía.



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lunes, 31 de marzo de 2014

Los efectos del TLC entre Colombia y Estados Unidos en el departamento de Bolívar: peor imposible

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Leonardo Jiménez Molinello, Investigador de Cedetrabajo, Capitulo Cartagena, marzo 31 de 2014

En un foro organizado por la Cámara de Comercio de Cartagena sobre las ventajas y oportunidades del TLC con Estados Unidos en Bolívar, el entonces zar para la implementación de este acuerdo, Hernando José Gómez, señaló que las oportunidades que se iban a presentar con la suscripción de este acuerdo eran inimaginables...
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Los efectos del TLC entre Colombia y Estados Unidos en el departamento de Bolívar: peor imposible
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El clientelismo es política de Estado en Colombia

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Jorge Enrique Robledo, Bogotá, marzo 28 de 2014

Al común de los colombianos pudo sorprenderlos que Juan Manuel Santos presentara como normal y deseable entregarles tres billones de pesos a sus mayores barones electorales para que definieran en qué gastarlos y a cambio de votar por él, política que implica cohechos, gasto público ineficiente, corrupción y constreñimiento clientelista al elector. El aire inocente con el que se atrevió a presentar semejante despropósito sale de su insondable cinismo y de que él y sus compadres, del sector público y privado, han conformado una sociedad cuyo nivel de tolerancia a las corruptelas hasta amenaza con deshacerla.
Pero el descaro presidencial en nada sorprendió a quienes en Colombia saben por dónde va el agua al molino, y menos a los promotores y beneficiarios de un régimen político en el que el clientelismo en todas sus variantes no es una falla excepcional del sistema sino la estrategia acordada para ganar las elecciones y arroparse con una falsa respetabilidad democrática.
Según Alejandro Gaviria, quien tiene por qué saberlo, las cosas operan así. “Desde los años sesenta al menos, un arreglo pragmático, un pacto implícito, ha caracterizado el ejercicio del poder en Colombia: los partidos políticos tradicionales han permitido o tolerado un manejo tecnocrático y centralizado de la macroeconomía a cambio de una fracción del presupuesto y la burocracia estatal, de auxilios parlamentarios, partidas regionales y puestos. Para bien y para mal, el clientelismo ha sido el costo pagado por la ausencia de populismo”, y populista es como estigmatizan cualquier orientación económica y social que no haya sido definida en Washington y que pueda perturbar los intereses de los nativos que ganan con este arreglo perverso. Y Rudolf Hommes, otro que sabe de estas verdades, agrega: “El clientelismo ha sido una decisión consciente de las élites, y es un mecanismo que se utiliza para comprar respaldo, preservar el sistema y debilitar a los adversarios políticos (…) el clientelismo puede verse como una forma deliberada de extraer recursos para la élite y sus colaboradores” (https://db.tt/R1nliOn4).
El propósito principal del clientelismo y la corrupción electoral no es, entonces, la corrupción del político en sí misma –aunque el interés en ella no es despreciable–, sino el poder conseguirse los votos necesarios para ganar la dirección del Estado y, desde allí, imponer un determinado tipo de modelo económico y social. En concreto, Santos usa los recursos públicos para comprarse a los congresistas y para que estos a su vez adquieran los votos necesarios para elegirse, todo a cambio de reelegirlo y aprobarle en el Congreso cuanta medida definan en la Casa de Nariño, así sea la más contraria al progreso de Colombia y a los ciudadanos que los eligen. Las “élites” hicieron “un arreglo pragmático”–según Hommes y Gaviria– para poder gobernar de la peor manera, es decir, a favor del excluyente beneficio de los magnates extranjeros y de sus intermediarios nativos y, de todos modos, ganar las elecciones.
Claro que bien vistas las cosas, “los partidos políticos tradicionales” (Gaviria) no pueden hacer política de otra manera para mantenerse en el poder y seguir imponiendo el capitalismo atrasado y enclenque, de baja productividad y producción, de monopolios, concentración de la riqueza y corrupción y desempleados y pobres que le han impuesto a Colombia. Porque estaría condenado a la derrota quien en vez de clientelismo ofreciera: “Voten por mí que yo les acabo la industria y el agro con los TLC”, “voten por mí que yo les entrego a los extranjeros la riqueza nacional”, “voten por mí porque yo prefiero las EPS a la salud de la gente”, “voten por mí que yo les cambio el derecho a la educación de calidad por la ignorancia o la mediocridad educativa y una deuda con el Icetex”.
Que no vengan los que saben pero que se hacen los locos, como sucede cada cuatro años, a “descubrir” el clientelismo de los chivos expiatorios tras los cuales ocultan que estos no son la excepción del sistema político sino la norma, al tiempo en que también se sirven de ciertos figurones para ocultar que es el clientelismo el que garantiza el éxito de las listas que encabezan. Y que tampoco vengan ciertos cínicos favorecidos por el régimen a justificar con un falso ropaje académico este sistema tramposo que anquilosa y hambrea a Colombia y a utilizar como “prueba” de la legitimidad de las políticas del Consenso de Washington el que sus ejecutores en el país “tengan el respaldo ciudadano”, porque los hechos prueban exactamente lo contrario.
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viernes, 28 de marzo de 2014

Informe Tribuna Magisterial

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El Gobierno de Santos, fiel a su política de destrucción de la soberanía y de la producción nacionales, continúa golpeando a la educación pública y al magisterio: el servicio de salud se deteriora aún más, al punto que departamentos como el Vichada se han ido a paro; no se da respuesta a la petición del aumento salarial; se incumplen aspectos de los acuerdos de mayo y septiembre del año pasado; con los Tratados de Libre Comercio  se convierte la privatización en una locomotora; se adopta como política de Estado el estudio de COMPARTIR que oculta la responsabilidad de las agencias internacionales y el gobierno en el desastre educativo, agencia la privatización, responsabiliza a los maestros de las devastadoras consecuencias de la política educativa gubernamental, es punta de lanza para reafirmar el 1278 y la evaluación de competencias, liquidar a marchas forzadas el 2277 y negar el nuevo estatuto docente; y la violación de la autonomía educativa se profundiza con programas como Todos a Aprender.

 Para la próxima semana, después de una gran dilación por parte del gobierno, hay reuniones con la ministra de educación y el presidente en las cuales va a llevar el Comité Ejecutivo de FECODE su posición de defensa de la educación pública y los derechos del magisterio.

Se acordó en el Comité Ejecutivo realizar reuniones de este organismo de dirección los día 8 y 22 de abril con el fin de evaluar las reuniones con el Gobierno de Santos y Junta Nacional 23 y 24 del mismo mes a la cual se debe asistir con un balance del estado de ánimo del magisterio para el Paro Nacional y  el poder de decisión para votarlo.

En la coyuntura actual y en razón a la constante violación de los derechos del gremio se hace necesario que el magisterio colombiano se haga sentir con la movilización y el paro en defensa de la educación pública y sus derechos. Por ello se debe redoblar el trabajo en las direcciones regionales y en las bases.



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jueves, 27 de marzo de 2014

QUANTUM

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Guillermo Guevara Pardo, Bogotá, marzo 23 de 2014

Finalizando el siglo XIX y empezando el XX ciertos fenómenos físicos (por ejemplo, la radiación producida por un objeto que se calienta) no se podían explicar adecuadamente en el marco de la vieja mecánica clásica, fundada siglos atrás por el gran Isaac Newton. Max Planck propuso una idea para ese entonces revolucionaria: la luz está formada por paquetes discretos o cuantos y cada cuanto, con una determinada longitud de onda, tiene una cantidad fija de energía. Nacía así uno de los pilares de la física moderna, la mecánica cuántica, que se encargaría de desentrañar los secretos de la organización de la materia a nivel atómico y subatómico. Otras mentes, tan brillantes como la de Planck, fueron desarrollando el soporte matemático de la novedosa física pues cualquier teoría, además de ajustarse a los hechos que intenta explicar, debe tener sentido desde el punto de vista matemático. Este portentoso logro científico fue posible porque “El intelecto humano, guiado por las pistas que deja la naturaleza, fue capaz de dilucidar una verdad profunda sobre el funcionamiento del universo”*
La mecánica cuántica ha encontrado que la materia en su nivel más básico está formada por una compleja interacción de campos y partículas, y que estas son manifestaciones de las vibraciones de esos campos. Así, por ejemplo, los fotones (las partículas de la luz) son vibraciones del campo llamado electromagnético, como los gravitones (aún no detectados) lo son del campo gravitacional. La mecánica cuántica ha aumentado y profundizado el conocimiento de la estructura de la materia y expandido el vocabulario de la ciencia: quarks (importado de la literatura), bosones, fermiones, gluones, neutrinos, positrones, hadrones, etc.
Dados los particulares comportamientos de la materia en esos niveles (donde hasta es posible que el gato de Cheshire desaparezca dejando únicamente su amplia sonrisa), tan alejados de nuestro mundo cotidiano, newtoniano, de bajas energías y velocidades, algunas corrientes filosóficas han proclamado imprudentemente que la física de los quanta significa la “desaparición de la materia”. Vana aspiración que esconde en el fondo un intento por socavar la posibilidad del conocimiento científico del mundo.
Los experimentos a muy altas energías, como las que se alcanzan en el Large Hadron Collider (LHC) en la frontera franco-suiza, han venido dando apoyo a los presupuestos teóricos del llamado Modelo Estándar el cual describe las relaciones de las partículas que componen la materia. El protón, por ejemplo, no es una partícula infinitamente pequeña ni una amorfa masa de sustancia protónica; es una estructura del núcleo atómico donde ocurren continuas interacciones entre los tres quarks que lo forman y una gran cantidad de partículas virtuales que constantemente se crean y se desintegran. La teoría cuántica es un calco cada vez más preciso de la realidad objetiva de las partículas atómicas y brinda un conocimiento de la materia que se hace cada vez más profundo y exacto, y además muestra el carácter inagotable de la misma.
La joya que le faltaba al Modelo Estándar fue finalmente encontrada en 2012 en las intricadas entrañas del LHC. Se le dio el nombre de “bosón de Higgs”. Su existencia es más que efímera: 10 a la menos 21 segundos. Desde 1995, cuando se descubrió el quark top, la física de partículas no se alegraba con la llegada de un nuevo miembro. Como toda partícula, el nuevo bosón es la vibración del campo de Higgs, campo donde la masa de una partícula está determinada por la intensidad de su interacción con él. Si la partícula no interacciona con ese campo, entonces carece de masa.
Se sabe que la materia de la cual están hechos todos los objetos del universo apenas representa una quinta parte de la que existe. El resto ha sido llamada “materia oscura”, que no está formada por ninguna de las partículas del Modelo Estándar. El bosón, por el que Peter Higgs y François Englert ganaron el premio Nobel de Física del año 2013, podría ser el puente que permita avanzar en el conocimiento de ese nuevo tipo de materia. Y en este paso, la mecánica cuántica será punto de apoyo hacia una física más allá del Modelo Estándar. Conocimiento que seguirá reafirmando que con la palabra materia se designa la realidad objetiva, toda la infinita multiplicidad de lo que existe, las cosas, los acontecimientos. La materia no ha desaparecido y el gato cuántico seguirá inquietando a la perspicaz Alicia.
*Carroll, Sean, “La partícula al final del universo”, Barcelona, Debate, 2013.
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Frase de la Semana


El Polo derrotó la conjura en su contra y se confirmó como la principal fuerza de la izquierda democrática.
Triunfo de los colombianos.

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